Este año 2020 está siendo un año de muchos cambios y adaptaciones en nuestra vida personal y profesional, y la economía es uno de los indicadores que más se está viendo afectado. Según un reciente estudio de la tasadora Tinsa realizado en el mes de septiembre, el precio de la vivienda en España ha caído por primera vez en los últimos cuatro años.
Una caída del consumo generalizada
Según la estadística Tinsa IMEI General y Grandes Mercados, el precio medio de la vivienda en España se redujo en septiembre en tasa interanual por primera vez desde 2016, al registrar una caída del 0,6 % que afecta a toda España. También el índice general muestra una caída del 2,2 %, que supone el primer descenso interanual significativo en el mismo período, tras el ligero ajuste del 0,03 % registrado en julio. Baleares y Canarias son los lugares donde el descenso ha sido mayor, con una caída del 7,6% desde el mes de marzo, coincidiendo con el inicio de la crisis por la COVID-19, seguido de la zona mediterránea, donde más afluencia hay del turismo y con muchas segundas residencias, donde el descenso ha sido de un 4,5%.
Según el diario especializado El Economista, citando datos del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda urbana, “la compraventa de vivienda acumula una caída interanual del 25,1 % hasta el mes de julio (último dato disponible), tras el descenso interanual del 31,8 % registrado en junio. También los visados de obra nueva han intensificado su caída hasta julio, con un descenso acumulado del 32,1 %, tras una caía interanual del 48 % en el séptimo mes del año. Pese a que la firma de hipotecas se redujo un 22 % interanual en julio, el descenso acumulado durante el año (desde enero) es solo del 9,7 %.”
¿Qué implicaciones tiene esto para los consumidores?
A pesar de la situación de crisis económica que estamos viviendo, que afecta a todos los sectores y con la incertidumbre a nivel sanitario de estos meses, 2020 sigue siendo un año para invertir en una vivienda. La caída de los precios es algo coyuntural que previsiblemente se recuperará en los próximos meses, por lo que el ladrillo sigue siendo la inversión más segura a medio y largo plazo. Las ciudades sin embargo, sí que parece que están sufriendo un agotamiento que llevaba muchos años fraguándose y que el confinamiento vivido durante la pasada primavera hizo de espita que explotó la situación: el centro de las ciudades se está haciendo cada vez más difícil de vivir, y la gente prefiere irse a vivir a lugares más alejados, pero donde dispongan de viviendas más luminosas, con más espacio y mejores condiciones de vida, sobre todo si son familias con hijos e hijas pequeños. Las tendencias muestran un interés por salir de las grandes ciudades, decantándose por municipios más pequeños, bien conectados con los centros urbanos y en contacto con la naturaleza, por lo que el futuro, nos guste o no, pasará por los pueblos.
