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Cuando todo termine. Voces y experiencias de los vecinos de Valdeolmos-Alalpardo

El día a día de la cuarentena está siendo complicado para muchas personas, sobre todo para quienes han tenido que cerrar sus comercios y los mayores, que son población de riesgo. Sin embargo, a pesar de que seamos muy diferentes entre sí, todos y todas coincidimos en muchas cosas. En este apartado, vecinos y vecinas de Alalpardo nos cuentan su rutina diaria y nos contestan a dos preguntas: Cuando todo termine, ¿qué harás cuando veas a esa persona/s que echas tanto de menos? ¿a qué lugar de Alalpardo te gustaría ir cuando todo vuelva a la normalidad?

Dani es el propietario de una tienda de alimentación en Alalpardo desde hace 10 años, aunque lleva ya 20 vinculado al pueblo. En los últimos 3 años ha notado que la afluencia de clientes ha bajado, sobre todo desde que abrieron el Centro Comercial de Algete. Sin embargo tiene claro a quien echa más de menos estos días: “cuando esto termine quiero abrazar a mi gente, familia y amigos y disfrutar de cada minuto con ellos” y más que un lugar, lo que quiere es salir al exterior, al campo. “Me valdría cualquier camino de los que frecuento cuando salgo a entrenar, eso lo echo mucho de menos, salir a correr”

Otra de las vecinas del pueblo es Ana, que vive en Alalpardo desde hace dos años. Es pintora y se dedica al arte desde muy pequeña. La rutina de la cuarentena se hace pesada también para ella, pero nada que no se pueda solucionar. “Gracias a Dios llevo bien el día a día. Pinto, rezo, me comunico con vecinos y amigos y estoy al pendiente de sus necesidades”. Ana tiene claro a quien quiere abrazar y adónde quiere ir cuando todo esto termine: “cuando termine la pandemia me gustaría abrazar a las personas que llevo en mi mente y corazón: a mis vecinas, a mis hermanos y hermanas de la iglesia, a las que me han apoyado de diversas maneras, a las que conozco poco pero saludo, y a las que respeto y agradezco el bien que han hecho a la comunidad. Con cada una de estas personas compartiría mi agradecimiento y cariño cristiano en el parque de Alalpardo, rodeada de naturaleza.”
 

Yolanda es la estanquera de Alalpardo. Lo es porque su padre era estanquero y su abuelo también lo fue. Lleva 19 años al frente del negocio, y su padre, aunque ya está muy mayor de vez en cuando aún le ayuda. “Tengo días mejores y días peores, pero yo confío en Dios y rezo mucho y eso me reconforta un montón. Yo sé que el Señor no me va a soltar y eso me hace seguir adelante.” Cuando todo termine lo que quiere es poder abrazar a sus padres, “que ahora sólo los veo por la ventana y de lejos”, insiste. “ E ir a darme un largo paseo por el campo con mi marido y subir a La Chaparra.”

Alalpardo es un pueblo pequeño pero lleno de vida. Dolores Margarita es auxiliar de la ley de dependencia, y lleva 14 años trabajando con las personas mayores o con necesidades especiales. Ella nació en Ecuador, y tiene a gran parte de su familia lejos. “Trato de llevar esta cuarentena lo mejor que puedo, aprovecho para estar más tiempo con mi hija”. “Sin duda alguna, cuando pase todo esto, disfrutaré paseando por Alalpardo”, cuenta con esperanza.

En Alalpardo también hay vecinos como Sonia, que desde el mes de julio regenta una panadería en el pueblo. La cuarentena está siendo dura para todos, y en los establecimientos de alimentación también. “A nivel personal mi día a día está yendo bien, dando gracias por tener salud y trabajo. Me duele mucho ver a mis clientes pasar a la tienda de uno en uno, aguantando una cola en la calle, llueva o no, separados por la distancia de seguridad” cuenta Sonia. Ella ya conoce a todos las personas que vienen a la tienda, tanto a las del pan a diario como a las que se llevan algo de dulce (o “quita penas” como ella les llama). Las suele animar y aunque no se le ve porque va con mascarilla, todos los días les da los buenos días con una sonrisa. “Es una lucha diaria. Cuando les llevo el pan a domicilio, sobretodo a las personas mayores, es una pena, verles en sus casas, con resignación. Pero como digo: queda un día menos.”

Cuando todo acabe, tiene claro a quién va a ir directa a abrazar: “¡A mi madre! Ella está sola, no sale y yo no entro a verla, aunque la llamo todos los días. Le llevo el pan y algún dulce y se lo doy a través de una ventana.” Hay un lugar de Alalpardo donde le encantaría ir, al final del prado, porque “hay un rincón lleno de espinos y su flor es preciosa.”

Cristina es la propietaria de varias empresas en Alalpardo, la más reciente una pequeña tienda de chucherías que regenta desde hace 3 años. Todos los días la abre y está allí hasta las 12h que llega la empleada, y después se va a casa a seguir la cuarentena. Tiene claro a quién echa de menos estos días y adonde quiere ir cuando todo termine. “¡Cuando todo esto pase, a los primeros que iré a ver será a mis padres, y luego al Toril a tomar algo con los amigos!”

Ignacio es el Director del Colegio Árula en Alalpardo, donde lleva trabajando 4 años. Le gusta mucho su trabajo y disfruta todo lo que tiene que ver con la educación. Le gusta Alalpardo porque es un pueblo pensado para sus vecinos, con espacios verdes amplios, recintos culturales y deportivos. “De Alalpardo me encanta su gente y la tranquilidad que se respira en sus calles, puedes detenerte a hablar en las calles, sin las prisas de la capital.” Cuando todo termine, sabe lo que quiere hacer: “quiero ver a mi familia y poder abrazarla. Echo de menos el mar y pasear con mi mujer por la avenida de la playa de las Canteras.”

En la parroquia de Alalpardo se han movilizado orando por todos los infectados para que pase pronto la epidemia. Jaime es el sacerdote encargado de Valdeolmos-Alalpardo desde hace 5 años y medio. Está aprovechando los días de confinamiento para dedicar más tiempo a la oración y la lectura. Pero también para recoger, ordenar y organizar cosas pendientes. O para recoger también la casa, y hacer limpieza más a fondo, hablar más con los amigos y familia y hacerlo de una forma más profunda. “Sigo celebrando la eucaristía y también intento mantener las catequesis de jóvenes, adolescentes y matrimonios por medio de videoconferencias. Se aprovecha el tiempo. Intento aprender, tenía como tarea pendiente dedicar diez minutos o quince minutos al día a aprender a tocar el piano ¡y la verdad es que ya voy haciendo mis pinitos! También dedico tiempo a escribir, a tareas que tenía pendiente, de investigación, de lectura, estoy haciendo el doctorado asi que no me viene mal también este tiempo para poder avanzar. Aprovechando también los silencios, ¡que se agradecen!” Tiene claro a quién quiere ver cuando todo esto acabe. “Echo mucho de menos a mis padres, poder abrazarles o poder darles un beso, poder jugar con mi sobrina, a mi hermana y a mi hermano también…  y ver a mis amigos, a mis ahijados, a toda la gente que suelo frecuentar. A los amigos de toda la vida.”

Cuando termine todo esto me gustaría volver a la pista de tenis a jugar, ¡cuanto antes! El primer lugar sería la iglesia, pero estoy yendo y sigo celebrando allí todos los días, así que lo siguiente sería ir a la pista de tenis. Aunque otra cosa que puedo hacer también, es irme al Faisán a comer con algunos amigos o al Toril que también se agradece, o a Marina que también es un buen lugar  para ir a comer juntos”.

Manu es ingeniero informático. Vive en Valdeolmos desde hace unos 15 años y junto con otros vecinos está detrás del grupo de whatsapp vecinal en el que intentan echar una mano a los vecinos que lo necesiten durante estos días. Cuando le preguntamos a quién echa de menos estos días, reconoce que, aunque no es mucho de video llamadas, echa de menos a su madre, que está en Cádiz. “Yo estoy aquí echando una mano a los que tengo a mi alrededor, pero no tengo forma de ayudar a mis padres”, confiesa.

Cuando todo termine, tiene muchas ganas de bajar a Andalucía, donde estuvo viviendo varios años. Aunque más cerca también tiene su rincón especial. “Echo mucho de menos el pasear tranquilamente, el estar con el perro sin pensar en qué va a pasar. Tengo muchas ganas de hacer el paseo que comunica Valdeolmos con Alalpardo, que me sorprendió por lo bonito que ha quedado y agradable que es”.

Miguel Ángel es el alcalde de Aldeolmos-Alalpardo desde hace 9 años, aunque lleva muchos más vinculado a la política y administración en el pueblo. “El día a día es, cuando menos, raro. En una jornada normal tengo mucha actividad en el Ayuntamiento, ahora con el virus, al estar cerradas las dependencias municipales, hay mucha soledad. Estamos trabajando a puerta cerrada y prácticamente no suena ni el teléfono”, comenta. Estos días están aprovechando para adelantar trabajo que tenían pendiente. Como responsable del Ayuntamiento, aprovecha para agradecer el trabajo de todos los empleados municipales durante estos días tan complicados. Cuando esto acabe, lo tiene claro: “me gustaría abrazar a todos mis familiares que ahora no puedo ver y después a amigos y conocidos. Estamos sufriendo una auténtica tragedia y personalmente he perdido una importante cantidad de amigos y conocidos.” No tiene preferencia por un lugar especial, aunque tiene claro que se queda en Alalpardo. “No me gustaría ir a un lugar en concreto, me gustaría disfrutar de mi municipio, de poder pasear por nuestras calles, por nuestros parques, por nuestros maravillosos campos. En definitiva, poder disfrutar de la libertad de poder movernos. ¡Dios quiera que esto acabe pronto!”.

Agradecimientos

Nuestro agradecimiento especial a: La tiendita de Dani; Ana Queral, pintora; Yolanda Rivas, estanco; Cristina, Chuches Pila Pilón; Ignacio, director del Colegio Árula;Sonia, panadería; Dolores Margarita Perez; Miguel Ángel Medranda Rivas, Alcalde de Valdeolmos-Alalpardo; Jaime Salido Moreno, párroco de Valdeolmos-Alalpardo; Manuel Martínez Sánchez.

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