Dentro de los profesionales sanitarios, hay un perfil que tiene importancia, pero en el que gran parte de su trabajo está invisibilizado. Nos referimos a los veterinarios, a las clínicas veterinarias que, sobre todo en las poblaciones más pequeñas y que están en contacto con el sector primario son fundamentales. Hablamos con varias clínicas veterinarias de Algete, Alalpardo y Fuente el Saz, y todas coinciden en lo poco que se las tiene en cuenta a pesar de ser un servicio sanitario, imprescindible en muchos casos.
Aunque la epidemia del coronavirus no ha tenido una incidencia muy fuerte en estos municipios, el confinamiento durante estas semanas ha desbaratado la rutina y la normalidad de todos ellos, que han mantenido las clínicas abiertas pero atendiendo con cita previa y extremando las medidas de protección. Elena tiene la clínica veterinaria en Alalpardo y junto a su compañero Juan Carlos siguen atendiendo todas las consultas que reciben e incluso realizando atenciones a domicilio para evitar que las personas mayores salieran a la calle. Durante estas semanas se han centrado en extremar las medidas de seguridad, tanto con mascarillas y ácido hipocloroso que fabricaban ellos mismos, como con pantallas de plástico, que realiza un vecino de Miraval. “Aquí todo el mundo está dispuesto a echar una mano”, cuenta Elena en referencia al grupo de whatsapp vecinal y a las iniciativas solidarias que han surgido durante estos días para evitar que nadie se quede desatendido. El trabajo que realizan es bastante parecido al que venían realizando antes de la pandemia, solo que ahora han cambiado el horario, atendiendo de jornada continua (de 10 a 18h).
En realidad, el trabajo que realizan los veterinarios es mucho más complejo y amplio que solo la atención a las mascotas. Fernando es veterinario en Algete, donde lleva más de 25 años con su clínica. Durante abril solo han abierto por las mañanas y centrándose sobre todo en atender cosas urgentes. “La gente no sabe qué hacemos los veterinarios aparte de curar animales. Está la parte de prevención de enfermedades para que no se trasmitan a las personas. Además, tengo amigos que trabajan en mataderos y trabajan durante toda la noche inspeccionando los alimentos para que puedan salir al día siguiente.”
Patricia, veterinaria en Fuente el Saz coincide con esta percepción. Durante el confinamento se han centrado sobre todo en atender urgencias, y ahora parece que se empieza a notar la vuelta a la rutina. “La gente tenía al principio sobre todo bastante desconocimiento y miedo”, explica, haciendo referencia a las dudas que le llegaban sobre si los animales podían transmitir el coronavirus o si podían enfermar también. “La gente no es consciente de que si comen, es por los veterinarios. Que tenemos en los supermercados carne, productos lácteos, vegetales…porque hay un veterinario que está en la cadena de producción siempre analizando todo. Desde la agricultura en la granja donde se saca la leche hasta en las fábricas haciendo el control de calidad o en aduanas trayendo y exportando alimentos (…) yo creo que los veterinarios no estamos suficientemente valorados por la sociedad, que nos tienden a ver como el que cuida a los perros y gatos básicamente”, explica con cierta resignación.
Lo cierto es que la labor de un veterinario, como bien han explicado, va mucho más allá de cuidar a perros y gatos. Hay un trabajo de prevención sanitaria, investigación, trabajo en el laboratorio, fabricación de medicamentos, seguridad alimentaria, etc. que es fundamental no solo para la salud de los animales, sino todas las personas.
En San Gregorio queremos seguir apoyando a las pequeñas empresas y comercios que durante estos días están trabajando en primera línea contra el coronavirus y atendiendo a toda la población.
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